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Calles de Madrid

En mi presencia tengo, olvidado te tengo, más esta primavera, deseo tanto el otoño venidero, Abandonándome me voy en amplias avenidas, de inmensas aceras; mínimas callejuelas, aceras perdidas. Siempre rápido fachadas modernistas, apenas las veo, corcovada su espalda. Despertares no queridos, gentes corriendo por las calles, profundos silencios; primera parada, café con churros, mañana despiadada, este Madrid nunca se para, sólo miradas, ni donde vas, ni donde vienes, te puedes preguntar, nadie tampoco te lo demandará Madrid, de extrañas sensaciones, o lo amas, o lo odias, ambas cosas a la vez pasiones desenfrenadas, madrileños trabajadores, que de gatos no quieren ejercer, más tiempo se sacan, por ir de tapeo, locales abren y cierran, vamos, venimos, todo deprisa, solos y juntos, camas deshechas, luces encendidas. Paseemos, callejeemos perdámonos nuevamente, por las calles de Madrid, algún vicio, quedará en alguna esquina.

Epístola a Pablo Neruda

Como me gustaría verte, tu invitación jamás llego, no podía ser de otra manera. Hermoso hubiera sido, recoger carta en Cíbeles, en que me invitarás a tu Selva Negra, haciendo mi maleta, lo dejaría todo. Como explicaría mi tristeza, de esta farsa agobiante, de este pozo sin fondo, de negros confines, mas no se como son los milagros, que entre tanta negrura, resplandezca tu voz, naciendo en mi esa fe, haciendo lo que hago, haré ese viaje, para traerme en mi corazón, parte de tu memoria, seguirá brotando la insurgente verdad, que por los aires lleve, llevando el candil de las esperanzas, no estarás allí, pero dame la mano, yo ando vivo aún, hombre me sentiré, paseando por las callejuelas de un Madrid moribundo

El canto del gallo

Los luceros del alba ya despiertan, el canto de un gallo, sajando va, desgañitado suena, secándose va su gaznate, se raya su canto, arde su aflicción, se evaden sus días, el mundo se acaba, perdido se encuentra, lastimado se halla, buscando enemigo, las matanzas siguen, dislates relucientes.

Desaliento

Cansancios de tanto elocuente, fatiga de tantos sabios, agotado de cantos poéticos, tan bellos por fuera, tan vacíos por dentro, adornos no quiero para mí, desnudo prefiero ir, versos torpes, contando mis alegrías, mis pesares. Contando voy lo que ocurre, mas no ocurre nunca, cartas destinadas a amigos que no existen, me embriago ya con mis palabras, muero si me callo, ya no aguanto más, sino digo lo que quiero, con decirlo a gritos, acertando voy.

El encuentro

Todo lo que te digo es por ti, cuando rozo tu mano, te susurro al oído, sollozan mis ojos al mirarte. En la noche de los tiempos estuviste, más ya hoy pude verte. Zarpando en sueños eternos, vagando calzadas rocosas, te soñé al llegar al mundo, en los recreos colegiales ya te vi, te amaba ya en la mujer que conocí. En cada fracaso, en cada alejamiento, en esas largas tardes, sin nadie a mi lado noches sin final, todo estos andares, todo estos recovecos, rendido fui a parar, a un lugar, donde tu ibas a pasar, pisando la misma acera, dos corazones tuvieron su encuentro.

Dulces mañanas para una mamá

Ya la aurora se viene asomando, las luces derribando esa noche profunda. Una dulce balada me fue despertando, ya la andaba cantándola estando dormido. Te cantaré bello esta mañanita, en este tu día, ramos de flores, en tu lecho, donde luces tan hermosa, la luz del cielo más azul será, un nuevo brillo el sol tendrá, te haré saber lo mucho que te quiero

Mi libro abierto

Otra aurora, después de un breve sueño, no tendrás esa angustia, saliendo a la calle Mañana irás a tus rutinas diarias, en ese viaje, serás consciente del agujero, en el cual estuviste metido, podrás recibir rayos del sol, volverán ecos de voces, conocidas, desconocidas, ya podrás ver árboles primaverales, las flores de mayo. Y tú ¿Que serás?, ya la estrofas no pueden quedar en el olvido, ya nunca podré olvidar que la poesía sustento ha sido, ya me acompañaras en mis sonrisas, en mis gritos, tu serás, poemas míos, mi libro abierto